Martín Romero es un juez íntegro y reputado que vive en Sevilla y cuya vida cambia por completo cuando su hijo Álex comete un atropello y se da a la fuga. Romero, a pesar del miedo a que su hijo sea condenado, decide hacer lo correcto y convence a Álex para ir a comisaría y contar lo ocurrido, pero entonces descubren que la víctima es hijo de los Aguilar, una peligrosa familia de la mafia. El juez comprende que Álex ya está condenado de un modo u otro y toma una decisión para la que no está preparado: protegerlo y encubrir el atropello.

Mientras los Aguilar lloran la muerte de Hugo, Romero, decidido a proteger a su hijo, crea una coartada para el día del accidente. Recurre a Juan para deshacerse del coche, pero el plan no sale como esperaba y un joven inocente termina pagando las consecuencias.

Romero, culpable, trata de ayudar a Rafa, el joven que, a ojos de todos, es el culpable del atropello de Hugo y que, en realidad, cometió Álex. Juan, sin embargo, no tarda en descubrir la verdad sobre el accidente mientras Vicente y Sergio Aguilar busca venganza por la muerte de Hugo.

Romero sigue tratando de cerrar los cabos sueltos del atropello mientras lo ocurrido pasa factura a la relación de Álex con Lorena. Sergio, mientras tanto, oculta a sus padres que mató a Rafa y los Aguilar reciben la visita de la líder de los Muñoz. Pilar quiere averiguar la verdad sobre el atropello de Hugo y les da una información crucial que pondrá al juez en su punto de mira.

Romero manipula una prueba que puede inculpar a Álex en el atropello al tiempo que amenaza a Lorena para que guarde silencio. No puede sin embargo evitar que Vicente Aguilar descubra algo en su casa y ate cabos. Mientras tanto, Álex fuerza un encuentro con Alba con la que termina congeniando, pero a la que oculta que su hermano Rafa murió por su culpa.

Romero, en su alianza forzada con Vicente, trata de ayudarlo a localizar al Tato antes de que lo encuentre Verónica. El juez también tiene una fuerte discusión con Álex, que busca refugio en casa de Alba. Los dos jóvenes terminan por besarse ajenos a que Pilar sabe que Álex es el hijo de Romero, al que cree culpable del atropello de Hugo.

El Tato asume la muerte de Rafa presionado por Vicente. Romero cumple así su parte del trato y consigue librar a Sergio de otra condena, aunque trata de cubrirse las espaldas investigando los negocios de los Aguilar. El cerco, sin embargo, empieza a estrecharse sobre Romero cuando Vicente descubre la verdad tras el atropello de su hijo y Verónica también empieza a sospechar del juez después de haber pasado la noche con él.

Romero, con la ayuda de Carmen, planea tender una trampa a Vicente para detenerle y salvar a Álex, que sigue escondido y protegido por Pilar. El juez, sin embargo, no cuenta con otro inconveniente que puede arruinar todo lo que ha hecho hasta ahora por proteger a su hijo: Verónica. La inspectora está cada vez más cerca de descubrir la verdad sobre el atropello.