Nuestro planeta nació hace 4.500 millones de años como un trozo de roca fundida. Poco después, se produjo una gran catástrofe: la Tierra chocó contra Theia, un protoplaneta del tamaño de Marte. Pero sobrevivió a esta colisión apocalíptica, y los escombros liberados se juntaron para formar nuestra Luna. Hace unos 3.500 millones de años, en pantanos y mares poco profundos de la Tierra, se inició la vida con los primeros microorganismos unicelulares. Eran capaces de existir sin oxígeno, pero, en un determinado momento, se toparon con rivales en forma de cianobacterias que pronto sumirían al planeta en lo que se conoce como la Gran Oxidación.

Hace unos 2.400 millones de años, las formas de vida primigenias de la Tierra provocaron la primera catástrofe. Los microorganismos, con metabolismos que habían funcionado durante mil millones de años sin oxígeno, se extinguieron. La razón: la aparición de las cianobacterias, que obtenían su energía del dióxido de carbono y emitían oxígeno al medio ambiente. Este oxígeno actuó como un veneno para los organismos ya establecidos; al mismo tiempo, las cianobacterias mermaron el dióxido de carbono en la atmósfera y, como consecuencia, la Tierra se enfrió a una velocidad cada vez mayor. Hace 650 millones de años, el planeta estaba cubierto por glaciares de cientos de metros de espesor, desde los polos hasta el ecuador. La vida, que acababa de empezar a desarrollarse, parecía condenada a la extinción. Pero las cianobacterias no solo resistieron a las altas temperaturas y la aridez antes de que el planeta se cubriera de hielo, también sobrevivieron bajo este a lo largo de millones de años.

Entre el Ordovícico y el Pérmico, la Tierra sufrió catástrofes recurrentes. Las dos primeras azotaron al mundo oceánico, con esponjas, artrópodos y moluscos como principales víctimas. Después de 90 millones de años, desaparecieron no solo los gigantescos escorpiones marinos y los peces acorazados, sino también numerosas especies de coral. Pero la extinción masiva más devastadora se produjo unos 250 millones de años después: una crisis climática provocada por la mayor erupción volcánica que ha vivido el planeta acabó con el 90 % de las especies, entre ellas, muchos anfibios y reptiles, como los lagartos plateados. Y los dicinodontes, depredadores carnívoros en la cima de la cadena alimentaria, no pudieron sobrevivir al exterminio de sus presas.

Al final del periodo Jurásico, hace unos 200 millones de años, los dinosaurios comenzaron a conquistar el planeta por tierra, agua y aire. Mientras, las plantas evolucionaban con la aparición de helechos, ginkgos y coníferas y, en el apogeo de la era de los dinosaurios, cuando los Tyrannosaurus rex de Norteamérica cazaban Triceratops y Edmontosaurus, aparecieron las primeras flores. Pero este mundo llegó a un final abrupto hace 66 millones de años, cuando fue golpeado por un enorme asteroide. La fuerza del impacto provocó tsunamis devastadores y lanzó magma a la atmósfera, que volvió a caer sobre la Tierra en forma de lluvia de fuego y quemó extensas zonas de bosque. La consecuencia fue un «invierno volcánico» mundial: el 75 % de todas las formas de vida perecieron, incluidos casi todos los dinosaurios.

Hace 75.000 años, el supervolcán Toba entró en erupción en el sudeste asiático con consecuencias devastadoras. La flora y la fauna fueron destruidas. Muchos de los primeros seres humanos también perecieron, en gran parte debido al choque climático que se produjo a continuación. Los expertos no se ponen de acuerdo sobre el alcance de los daños causados al Homo sapiens, pero, en cualquier caso, la especie se recuperó. También sobrevivió a la última edad de hielo, que terminó hace 12.000 años, a diferencia de otras muchas especies animales de gran tamaño, como mamuts, tigres dientes de sable, rinocerontes lanudos o ciervos gigantes, que se extinguieron. Aunque, a decir verdad, las acciones del hombre de la edad de hielo fueron, en parte, responsables de esto último. Hoy día, el Homo sapiens es la indiscutible especie dominante en el planeta, sin embargo, el cambio climático, provocado por la actividad humana, amenaza con ser la próxima catástrofe en la historia de la Tierra.