España, hoy. Cuando se ve salpicado por un escándalo financiero, el rey Alfonso XIV decide apartarse de la primera línea pública. El relevo provisional al frente de la institución lo tomará su única hija, la fiestera e irresponsable princesa Pilar. Ella tendrá que asumir, durante unos meses, la jefatura del Estado. No es la mejor opción. Es la única.

Guillermo, el secretario de Pilar, le comunica que Camino, su mejor amiga, puede estar ocultando un material comprometido sobre ella. La princesa no puede creerlo. Camino y ella se conocen desde niñas. Pilar decide hacer caso omiso de las indicaciones de su secretario e invita a su amiga a su primer acto al frente de la Casa del Rey. Pero Guillermo tiene un as en la manga.

Pilar y Guillermo lo arreglan para que una universidad pública le conceda a la princesa la distinción de “alumna ilustre”. El asunto es delicado porque ella ni siquiera ha estudiado allí. El objetivo es que Pilar gane respetabilidad ante la opinión pública y deje de ser vista como una joven díscola. El evento se ha planificado minuciosamente, pero hay algo con lo que ni Guillermo ni Pilar cuentan.

Pilar preside, por primera vez, el acto de inauguración del año judicial. El evento es soporífero, pero a la princesa le espera una sorpresa. Tradicionalmente, ese día un grupo de jueces comía con su padre, el rey, en el reservado de un restaurante. Este año lo hará Pilar. Pero, durante la comida, la princesa descubrirá algo que va a trastocar la imagen que tiene de su padre y su propia vida.

Richie era heredero a la Corona británica hasta que un buen día decidió renunciar a sus derechos dinásticos. Ahora vive como una celebrity, y esta semana viaja a Madrid para presentar sus memorias. Hace años Pilar y él tuvieron un apasionado romance que, por suerte, no aparece en el libro, pero que ellos rememorarán esta noche dando lugar a un sorprendente descubrimiento para la princesa.

La madre de Guillermo ha fallecido y Pilar asiste al funeral. Lo hace con la esperanza de convencer a Guillermo de que no abandone su puesto y vuelva con ella a palacio. Pero, en las horas anteriores al oficio religioso, la princesa se va a encontrar con algo inesperado. Va a descubrir que, para alguna gente, la monarquía todavía significa algo que merece ser defendido.

Alfonso XIV ha regresado España y graba el tradicional mensaje navideño. En él, lejos de abdicar, el rey se disculpa por haber puesto a su inmadura hija al frente del país. Los poderes del Estado alertan a Pilar: su padre ha perdido el norte. Han hablado con él, pero no les escucha. Ella tendrá que convencerle de que ha llegado el momento de dar un paso al lado.